Mahasandhi-maya-visrānta nama.

(Trad. UPASAKA LOSANG GYATSO.)

Longchenpa:

Encontrando descanso en la ilusión.

Una enseñanza sobre la Gran Perfección.

 

INDICE:

CAPÍTULO UNO- Como un sueño.                                                                                             Pág.   4                                                                                                     

CAPÍTULO DOS-Como un espectáculo mágico.                                                                          Pág.   8

CAPÍTULO TRES- Como una ilusión óptica.                                                                               Pág. 12

CAPÍTULO CUATRO- Como un espejismo.                                                                                 Pág. 14

CAPÍTULO CINCO- Como el reflejo de la Luna en el agua.                                                          Pág. 15

CAPÍTULO SEIS- Como un eco.                                                                                                Pág. 17

CAPÍTULO SIETE- Como una ciudad de gandharvas.                                                                 Pág. 19

CAPÍTULO OCHO- Como una aparición.                                                                                    Pág. 21

VERSOS DE CONCLUSIÓN.                                                                                                     Pág. 24

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Clásicos Tibet. Dzogchen.

En sánscrito: Mahasandhi-maya-visrānta nama.

En tibetano: dzog pa chen po sgyu ma´i ngal so zhes bya ba.

¡Homenaje a Vajrasattva!

 

En el espacio donde todas las experiencias permanecen en potencial, emerge una gran proyección de consciencia no dual y de ilusión, la cual es la espontaneidad primordial de la naturaleza de la mente: indivisible de esto, inmóvil, ante esto yo me postro.

CAPÍTULO UNO.    Como un sueño.

 

Para transmitir aquello que los Budas pretendían por medio de su revelación impecable respecto a que todas nuestras experiencias tienen las dos dimensiones de una ilusión mágica, yo he destilado aquí el elixir de los Sutras, Tantras, y de las instrucciones orales. ¡Escuchad atentamente mientras lo expongo a la luz de mi experiencia personal!

En la amplitud básica inamovible, el cielo vasto de la naturaleza de la mente-un espacio de luminosidad y vacuidad sin obstrucciones-la realidad inmaculada de los Budas brilla como las estrellas, como la espontánea inseparabilidad de existencia y consciencia. 

Esta luz clara intrínseca, la cual es perfecta espontaneidad, es nuestra gracia original, y es conocida como una ilusión mágica básicamente inmaculada. 

Pero en ese mismo espacio, la presencia pura está perdida, pues las nubes del engaño surgen de forma adventicia, ya que la ignorancia, lo mismo que el dormir, es una creadora de sueños. 

La mente estropeada, en armonía errónea con la dualidad, al haber perdido la presencia pura, crea la ilusión universal, las seis clases de existencia en sus respectivos entornos. Lo mismo que en un sueño, parecen reales, pero en realidad carecen de existencia, y sin embargo sentimos la miseria, o la alegría, de cada una de ellas. 

Desde un tiempo sin principio, condicionado a esa relatividad, nuestro entorno, cuerpos, y placeres, todas nuestras vidas, vistas como bueno o malo, son felices o desgraciadas; debido al engaño, la unicidad aparece disfrazada de muy diversas formas, lo mismo que una multiplicidad infinita de arte gráfico realista; y debido al hecho de estar creyendo en ello, estas apariencias ilusorias surgen incesantemente. ¡Ah, sí, este mundo es tan solo un sueño!

Este mundo multifacético soñado por el intelecto dualista, las apariencias engañosas de un sueño ignorante, surgen en la esencia unitaria que es la naturaleza de la mente, y por tanto no es distinto de la naturaleza de la mente. Esto es lo que los Budas llaman la ilusión mágica de la concepción falsa.

Bajo la influencia del datura nuestras alucinaciones parecen plenamente reales, y esto mismo es lo que sucede en este sueño profundo de la ignorancia. Las proyecciones visibles, los seis estados de la existencia, todos ellos son ficticios, son como alucinaciones. 

Este mundo ilusorio depende de nuestro aferramiento engañado, y de nuestras elaboraciones mentales engañosas. Pero por medio de buscar la no dualidad de lo verdadero y falso, lo cual está más allá del intelecto, nosotros podemos reconocer la espontaneidad de la presencia intrínseca que surge de sí misma; y en esa amplia matriz en la que implosionan el ser y el no ser, nosotros reconocemos la actividad búdica que es como el cielo.

La verdad de toda experiencia tiene la naturaleza de un sueño, y en su momentáneo brillar carente de base, aunque innegablemente perceptible, es una forma luminosa sin cristalizar; un destello ilusorio, una forma diáfana de vacuidad. No obstante, buscando en profundidad nosotros no encontramos ni verdad, ni falsedad; pues no estando ni presente ni ausente, está más allá de toda concepción. Nosotros sabemos que es como el cielo, inexpresable, inimaginable, fundamentalmente siempre pura e inmaculada.

 

LA MEDITACIÓN.

Perfectamente convencido de esta visión en que todas las situaciones del samsara y del nirvana son solo como un sueño, sigue esta instrucción para poder experimentarlo en meditación.

Siéntate en un asiento confortable en la postura del medio loto, toma refugio en las Tres Joyas, y desarrolla una mente de la iluminación pura. Entonces, en el espacio vacío unitario, el cual es la total igualdad de todas las experiencias, presta una atención firme a este hechizo mágico vacío. 

Sobre la coronilla de la cabeza, sobre un loto, en un trono de Sol y Luna, visualiza claramente al gurú raíz, quien está encarnando al yidam y dakini, y que es inseparable del linaje de gurús. Venéralo y alábalo, aspirando a desarrollar un sentido de sueño, permitiendo entonces que uno mismo y todo el entorno se disuelvan en luz, la cual desaparece dentro del gurú, quien está flotando libremente durante un momento en el espacio semejante al cielo. Entonces las bendiciones de realización se derraman sobre ti, por sí mismas, como una lluvia. 

Entonces, como la práctica principal de meditación, medita así: el mundo exterior, con sus montañas y valles, sus aldeas y ciudades, y con todos sus seres, los cuales están compuestos de tierra, agua, fuego, aire, y espacio; todas las formas, sonidos, olores, sabores, y texturas táctiles; los cinco objetos de los sentidos;  el mundo interno de cuerpo y mente, y la consciencia mental; todas las experiencias deberían de ser vistas siempre como algo soñado.

Todas las experiencias que hemos tenido en la vida hasta el día de ayer son solo imágenes mentales, y son como los sueños de la noche pasada; y lo que estamos viendo ahora, aunque sea tan claro como el cristal, ya no está presente; y no está presente aunque lo parezca, pues es una ilusión de la mente. El ayer y el hoy son como un sueño; mañana y pasado mañana, todo nuestro futuro, es un sueño. 

Amoldándose completamente a la idea de que todo es un sueño, tanto que sea afirmado o negado, placentero o doloroso, no pienses ni por un momento que la mente es verdad. Bien sea que nos estemos moviendo o sentando, comiendo, andando o hablando, estando siempre atentos debemos de mantener la consciencia de estar en un sueño. Cuando todo lo que vemos, todo lo que hacemos, todo lo que pensamos, está en consonancia con el hecho de estar soñando, nuestra experiencia se disocia, se desenfoca, parece ir a cámara lenta, y ser evanescente. Esto es estar entrenándose en el desapego máximo.

Apreciando las apariencias ilusorias de los objetos como un sueño, el intelecto las deja ir, e inmediatamente cesa el aferramiento. Cuando el aspecto objetivo es desenmascarado, el aspecto subjetivo va retrocediendo. Entonces, siempre que la mente encuentra situaciones que son como sueños, el intelecto busca algo substancial y sólido dentro, fuera, y en medio, para aprehenderlo y sostenerlo; y al ser incapaz de encontrar ningún punto de referencia, permanece en el espacio semejante al cielo que lo interpenetra todo, de forma que toda la actividad mental frenética compulsiva se va frenando, y la presencia intrínseca surge espontáneamente como una simple luminosidad vacía. 

Al cesar el aferramiento, no hay nada a lo que aferrarse; una vez que se ha invertido el vaso, su contenido se pierde; los fenómenos son disociados, careciendo de todo límite. Esta es la consciencia primordial no dual y no condicionada. 

Desarrollando una familiarización completa con esa realización, al finalizar la convicción involuntaria de la dualidad de aprehendedor y lo aprehendido, nosotros nos vemos libres de la atracción compulsiva de la mente hacia un objeto, y con una sensación definitiva de desapego ante las situaciones, cualquiera que se presente, estas flotan en el espacio, intemporal y vacío. 

Esta es la dispensación natural primordial. 

Una vez privado de su credulidad, la esclavitud ante la ilusión circunstancial impura se convierte en una ilusión mágica pura dominante. Como si nunca fuéramos a despertar de un sueño lúcido, la mente pura infunde la base primordial.

Cada ilusión, sin pasado o futuro, sino brillando en medio, imaginada en el aquí y ahora, no se siente como existente; la actividad del intelecto que es inducido por el engaño, ausente aunque perceptible, puesto que su naturaleza es primordialmente pura, es como un sueño.

Lo mismo que sabemos que un sueño es una visión interna, la cual está ausente antes de dormirse y después de despertar, que brilla solo mientras dura el sueño, y que incluso entonces carece de substancia; del mismo modo, nosotros deberíamos de considerar a los fenómenos como sin fundamento y sin base.

Mientras que durante el día nos vamos familiarizando con la realidad semejante a un sueño, durante la noche, cuando la necesidad de dormir nos va venciendo, nos acostamos en una cama confortable sobre nuestro lado derecho, lo mismo que hizo el Buda Sakyamuni en su postura del Parinirvana. Cuando la respiración está calmada y los ojos están aún quietos, en el centro del corazón, con una concentración semejante a un sueño, visualiza una sílaba A de color blanco y como de cristal brillante y translúcido, que va disminuyendo desde el tamaño de la punta de un dedo hasta el del grosor de un cabello, y entonces una luz clara surge como un sueño.

Al principio podemos tener muchos sueños pavorosos, pero siendo consciente el hecho de estar soñando, nuestro miedo se disuelve por sí mismo; cuando es conseguido un estado natural de concentración sin esfuerzo, el yogui conoce su sueño como un sueño lúcido. 

Posteriormente, la única práctica es ver todo lo soñado como irreal. La ilusión mental aparente aunque inexistente, lo mismo que un sueño, no tiene esencia que pueda ser aprehendida, y nosotros lo sabemos más allá de toda verdad o falsedad intelectualmente establecida. 

Entonces, con respecto al proceso de transformación de emanaciones: en el periodo de sueño, para transformar el cuerpo, por ejemplo,  en Brahma, o para emanar como un Buda o un bodhisatva, nosotros simplemente nos relajamos con nuestro deseo dentro de un espacio ambivalente. 

Del mismo modo, de momento a momento, desde Brahma a Indra, desde un dios a un hombre, cualquiera que sea la transformación que nosotros deseemos, es realizada dentro de un mundo irreal.

Además, multiplicando ahora esas formas por cien, por mil, o por cien millones, nosotros desarrollamos la facilidad de sanar a todo quien lo necesite.

Posteriormente nosotros podremos viajar a donde queramos, a tierras puras, a otros países, incluso a Akanistha, donde nosotros veremos Budas y podremos oír sus enseñanzas impecables, alcanzando la sabiduría, la concentración, y la visión de múltiples dakinis.

A través de esta práctica integrada día y noche, la creatividad de la presencia pura se manifestará con seguridad, la esencia sin distorsión, infaliblemente realizada: este es el camino más profundo del corazón.

Día y noche, al ir familiarizándonos con el mundo semejante a un sueño, los grilletes de la creencia en la materialidad concreta son sacudidos; y los recintos, las montañas, y los muros no suponen ahora impedimentos; y son conseguidos los milagros, los poderes psíquicos, y las concentraciones. 

Con la profunda experiencia de esta realización directa y desnuda, la consciencia primordial amanece vacía y luminosa; y en la amplitud primordial de la naturaleza de la mente, son realizados espontáneamente como si fuera en un sueño, el subjetivo Dharmakaya, y el objetivo Rupakaya. ¡Aplica una atención concentrada al estado semejante a un sueño!

 

CAPÍTULO DOS. Un espectáculo mágico.

 

También, los Budas, en su sabiduría, han dicho que todas las situaciones en su insustancialidad vacía son como un espectáculo mágico. Así pues, escuchad como yo relato mi experiencia personal de acuerdo al significado profundo de los Sutras esenciales, los Tantras, y las instrucciones orales.

Lo mismo que la consciencia primordial surge en el espacio similar al cielo de la naturaleza primordial de mente, brillando como esferas estelares, así, debido a la espaciosidad milagrosa semejante a un vientre que lo penetra todo, las imágenes de la ignorancia dualizante surgen por sí mismas como los Tres Reinos ilusorios, con sus seis formas de existencia; las cuales siendo aparentes, aún no existiendo, son completamente una ilusión mágica.

A través de las circunstancias concatenantes, sincrónicamente, se presenta un espectáculo mágico, como caballos y elefantes, hombres y mujeres, montañas y palacios, etc., como si fueran conjurados por un mago utilizando accesorios de madera y piedra, y usando fórmulas mágicas.

La fuerte ignorancia del intelecto engañado condicionado por el karma, proyecta nuestro mundo objetivo de apariencias y posibilidades en el que los tres venenos reaccionan subjetivamente ante ello, y entonces realizamos en ese mismo momento que las apariencias- las cuales carecen de substancia y son incapaces de cristalizar, en las que aparecen los seres y todo lo demás-es un maravilloso y seductor espectáculo mágico de vacuidad. 

Nosotros reconocemos que todas las situaciones del samsara y nirvana, fundamentalmente, son idénticas al cielo, que son puras en su origen primordial sin principio. 

En ese espacio de creación mágica no creada, la verdadera aparición que es la base de transformación, la aparición impura que ha de ser purificada, la aparición técnica de la descontaminación diestra, y la aparición última de la consciencia primordial estas cuatro, son meras instancias de un espectáculo mágico.

En el truco de un ilusionista que ha sido creado por un hechizo, lo mismo que la madera y la piedra que aparecen como elefantes y caballos, no son elefantes y caballos verdaderos, sino que siguen siendo madera y piedra, así, todas las situaciones-esa irrealidad ya indicada-tienen que ser vistas como  meras instancias de un espectáculo mágico.

El engaño básico, sus circunstancias cambiantes que crean el proceso ilusorio, la liberación ilusoria de esas apariencias ilusorias, y la actividad de la liberación primordial, están indicados aquí como los cuatro ejemplos del espectáculo mágico: la imagen introductoria ilustrando la verdadera ilusión, las imágenes ilustrativas de lo impuro, y entonces la descontaminación; y finalmente, la imagen de la realización.

La realidad del espectáculo mágico es la luz clara de la naturaleza de la mente; es espaciosidad y es naturaleza búdica. Sin que pueda dividirse en términos de pureza o impureza, pues está más allá del samsara y del nirvana; es la espaciosidad de la cual emergen samsara y nirvana; es el fundamento a partir del cual surgen samsara o nirvana, de acuerdo a la presencia o ausencia de presencia intrínseca; es nuestra naturaleza esencial; es la dispensación natural.

Esta naturaleza de la existencia es como un espejo brillante que refleja las imágenes, y sin embargo no resulta tocada por el reflejo de ninguna imagen. Su superficie no contiene ni el color blanco, ni el negro; y sin embargo es la fuente de las imágenes blancas y negras. Con esta clase de comprensión uno puede llegar a ser sabio.

La ilusión contaminada es la apariencia engañosa del samsara, que surge en el fundamento debido a que la unidad se percibe como dualidad. 

La ilusión técnica constituye el proceso de limpieza; tiene cuatro aspectos: preparación, aplicación, visión, y familiarización; madura las dos acumulaciones; y los dos estados; eliminando la impureza de la ignorancia lo mismo que las nubes se disuelven en el cielo. 

La culminación del espectáculo mágico de la consciencia primordial tiene lugar en el camino de no más aprendizaje, donde los tres cuerpos de un Buda se llegan a hacer activos espontáneamente, y en los que son reveladas la pureza esencial y la pureza manifestada. 

Todos los ejemplos del espectáculo mágico son magia sincrónica, y son como una aparición mágica artificial; y dependiendo de símbolos y hechizos toda experiencia es expuesta como insustancial e irreal, una parte pequeña de una red de ilusión continuamente mutando que parece mayor que los huesos desnudos de sus partes constituyentes.

Considera, por ejemplo, nuestra percepción habitual de otros-que son percepciones engañosas carentes de toda realidad-son meramente imágenes de suposiciones kármicamente condicionadas, pero en este mismo instante son vacías, insustanciales, inaprehensibles; y nosotros las reconocemos ahora como estando más allá de toda identidad dualista.

Ahora nosotros sabemos que las seis formas de existencia son ilusiones, seres de fantasía con placeres fantásticos, sensaciones fantásticas, y vidas y muertes fantásticas; que creen en verdades y falsedades fantásticas, habitando tierras fantásticas y ciudades fantásticas.

Desde el mismo principio es puro, todo es un espectáculo mágico; es un espectáculo mágico pues aunque es aparente, en realidad no tiene una existencia verdadera. Es un espectáculo mágico porque es una función de condiciones fortuitas; es un espectáculo mágico porque engaña y hechiza, y entonces desaparece; todas las diversas apariencias del samsara son engañosas, son como un espectáculo mágicamente creado.

Si somos incapaces de realizar lo que obviamente ha sido hecho patente, el hecho de que las seis formas de existencia no son más que un espectáculo mágico, nosotros vagamos incesantemente en la ilimitada ciudad del samsara, mientras estamos siendo torturados por nuestros sentimientos kármicamente inducidos. ¡Qué triste!

¡Queridos, comprended que las apariencias convencionales son un espectáculo mágico!

Vosotros, los afortunados, quienes habéis alcanzado la convicción dependiendo de la experiencia directa, reconocéis que no hay ninguna situación que sea real, que emergiendo de la nada y desvaneciéndose en la nada, puro desde el mismo principio, todo esto no es más que un espectáculo mágico.

Vosotros, los afortunados, reconocéis que la naturaleza de los seres es la de una apariencia; que la naturaleza de la mente pura es la espaciosidad de la ilusión; y el samsara y nirvana no dual es la proyección de esa ilusión.

El Buda ha dicho que su único mensaje es que todo es una ilusión provocada por un hechizo; todos los que buscamos la liberación reconocemos que la realidad dualista es una realidad creada por un hechizo. 

Una ilusión provocada por un hechizo también puede ser conocida como esto: es un espectáculo mágico de la mente pura que es inmutable, sin cambio, y espontaneidad; es un maestro sincero, ubicuo como el cielo, como el Sol, o como una joya que otorga los deseos que proyecta una creatividad ilimitada y una espontaneidad total, que es la simplicidad no elaborada de la radiación pura. 

El espectáculo mágico que es el samsara, espurio y seductor, carente de cualquier definición, es evanescente como un fantasma; en el momento en el que los conceptos engañosos desaparecen, se disuelve en su propia espaciosidad. Lo mismo que los caballos y elefantes dejan de aparecer cuando se rompe el hechizo del mago, así la concepción dualista contaminada del samsara se resuelve en su propia naturaleza primordial; y ahora, vacía en su pureza, ha perdido toda su identidad. 

El espectáculo mágico de la dispensación natural es la realidad inmutable, la realidad que incluye tanto lo polucionado como lo puro; lo mismo que el espacio dentro de un recipiente de arcilla o de oro, tanto que este intacto como dañado, no sufre incremento ni disminución, así, tanto en los momentos de engaño ilusorio como en los de libertad, la realidad permanece en un estado constante de no enjuiciamiento. Esta es la mente búdica en su dispensación natural, y uno es realmente sabio cuando conoce esto.

 

LA MEDITACIÓN.

Tras la realización de esta visión de un espectáculo mágicamente creado, nosotros desarrollamos la ilusión hechizada como si fuera una broma cósmica. En la preparación, como en la vez anterior, nosotros aspiramos a conseguir un sentido de ilusión mágicamente creada. 

Día y noche, constantemente, momento a momento, nuestra principal ocupación es prestar atención a cada suceso interno y externo como si fuera un espectáculo mágico creado por la fuerza de las circunstancias; como si fuera una mentira, sin esencia o significado, diáfana e irreal.

Nuestros amores y nuestros odios, nuestra afectividad positiva y negativa, cualesquiera que sean las sensaciones que surjan, son todas consideradas como una ilusión. Entrénate en esta irrealidad. Ahora nosotros vemos que tanto lo externo como lo interno, o sea, los fenómenos materiales aparentes y las experiencias mentales, son todos ellos como un espectáculo mágicamente creado. Puesto que son forzados por las circunstancias, puesto que son espurios y engañosos, puesto que son meras formas hechas de luz, considéralas siempre como ejemplos de un espectáculo mágico.

A la hora de dormir, haciendo como antes, relájate dentro del sueño semejante al espacio, dentro de una realidad encantada, sin complicación en su simplicidad. Cualesquiera que sean los sueños engañosos que surjan son conocidos ahora como una ilusión, y estamos libres del miedo y del aferramiento a la verdad. Trabajando los sueños como una ilusión, transformando emanaciones, viajando mágicamente a las tierras puras, cultívalo como antes.

Ahora la adicción al samsara explota, y la libertad en la ilusión es el nirvana sin hogar; el logro espontáneo de nuestros dos propósitos ilusorios. ¡Presta atención a esta realidad persistente que no es nada más que una ilusión!

 

CAPITULO TRES- Como una ilusión óptica.

 

Los Budas en su sabiduría también han dicho que todas nuestras experiencias son como una ilusión óptica. Escucha mi elucidación sobre esta afirmación.

Lo mismo que una ilusión óptica nace de un color o una forma, así, debido a la fuerza del engaño kármicamente inducido-ausente a pesar de ser aparente-la ilusión óptica del samsara nace en el espacio de la naturaleza de la mente. Aquí cualquier situación aparece como una ilusión óptica.

Los ignorantes, en su ingenuidad, anhelando la verdad, son engañados, perdiéndose en la jungla de las cinco ilusiones sensoriales. ¡Se consciente del error de fijarse en algo que no es nada!

El mundo de los sentidos, el entorno y los seres, las sensaciones felices y tristes, y los cambios bruscos de humor, son todos ausentes a pesar de ser perceptibles; son como las sombras amenazadoras proyectadas por una lámpara; como una imagen doble apareciendo cuando el globo ocular es presionado, como los miedos proyectados en una noche oscura. Solo existen nominalmente, y desaparecen si son examinados; y la introspección profunda revela su naturaleza espaciosa, que es no creada lo mismo que el cielo, la realidad primordial atemporal. 

¡Nosotros podemos verlo es este mismo momento, aquí y ahora!

Las apariencias del samsara, carentes de base, son como una ilusión óptica, su verdadero desarraigo sin todas las características definitorias. Con sabiduría aparecen como huecas, una forma insustancial hecha de luz, y nosotros reconocemos su naturaleza primordial no originada. 

Lo mismo que un objeto pequeño en medio de una llanura vacía, aunque sea algo insignificante, llega a asumir una gran importancia, así, debido a la tendencia a creer como un ego sólido aquello que es una entidad vacía, el panorama engañoso del samsara surge y se materializa.

Cuando se examina, esa visión engañosa de desmaterializa, y es evidente que como el cielo es impotente, una mera forma hecha de luz sin existencia, una ilusión óptica, así que nosotros simplemente lo dejamos ir, negándole toda credibilidad.

¡Es puro espacio! ¡Es atemporal! ¡Es primordialmente puro! ¡No intentes localizarlo! ¡No intentes conceptualizarlo! Lo que es luz inexpresable sin dimensión no puede ser enjaulado por construcciones obsesivas, parciales. 

Es mejor abandonar todas las ideas al respecto, y reconocer que en todo ello no hay verdad. Así que nosotros reconocemos todos los eventos como una ilusión óptica, y descansamos la mente cansada, tal como es, en su naturaleza primordial.

 

LA MEDITACIÓN.

Prepárate como antes, y aspira a ver todas las cosas como una ilusión óptica. Como práctica principal familiarízate con esa sabiduría. Ve todos los colores y formas como irreales, como una ilusión óptica. Considera todos los sonidos como vacío, como productos imaginados por el oído; todos los aromas, sabores, sensaciones táctiles, como productos imaginados por los sentidos; todas las actividades mentales y todas las experiencias internas como productos imaginados por la mente. Expuestos libremente en el espacio donde todo es irreal, libre de las creencias obsesivas del intelecto.

Tanto en el día como en la noche centra la mente en el centro del corazón, y sueña en el espacio donde todo es como una ilusión óptica. Ciertamente, como antes, surgirá el sueño lúcido. 

Incluso las experiencias visionarias y las sabidurías son como sueños, y reconocemos que no hay verdad en ninguna parte, en la transparencia desapegada las proyecciones positivas y negativas se colapsan. Son logrados el ojo de sabiduría, los poderes psíquicos, las absorciones meditativas; y ahora viviendo como un Buda nosotros podemos ser los guías de todos los seres. Familiarízate con todas las situaciones contemplándolas como ilusiones ópticas.

 

CAPÍTULO CUATRO-Como un espejismo.

 

Los Budas en su sabiduría han dicho que toda experiencia es como un espejismo. Escucha ahora como yo elucido esta verdad.

Lo mismo que en el calor de un día de verano aparece el espejismo de un oasis en la llanura del desierto, así, a través del poderoso hábito de personificar la mente como un yo, aparece en el cielo de la mente la emanación engañosa semejante a un espejismo.

Sin una esencia en ello que pueda aprehenderse como substancial, con una naturaleza no dual, vacía, es la dispensación del nirvana, inmaterial y carente de entidad inherente, sin principio, lo mismo que el cielo; nosotros lo conocemos como no conceptual, no nacido, más allá de cualquier imagen e idea.

Ahora, su apariencia aparente, cualquiera que sea, la cual es aparentemente creada aun siendo no originada, es como un espejismo; aparentemente existiendo aún sin ser localizable, es como un espejismo; aparentemente concreto aún sin haber cristalizado nunca, es como un espejismo; ve todas las apariencias como una evanescencia intangible.

Todos los estados de ánimo, sensaciones, y todos los criterios cualitativos son como un espejismo, son mera vanidad, en esencia son vacíos; y el mundo aparente junto con nuestras vidas ficticias, todas las experiencias-las internas y las externas-todos y todo, es como un espejismo, el cual no existe pero brilla; siendo su naturaleza primordial siempre fresca y prístina. Nosotros lo reconocemos como intemporal, sin centro o parámetro.

Incluso la forma de luz no dual y la vacuidad es como un espejismo: sin una aserción o negación compulsiva de lo que es realmente frivolidad, vemos nuestra mente dualista como no dual, como un mero espejismo; aquí está nuestra mente búdica siempre presente e intemporal.

 

LA MEDITACIÓN.

Ahora, con respecto al proceso meditativo de familiarización, en la preparación, haz como antes: aspira a intuir todas las experiencias como un espejismo. Pero el punto principal es dejar que la mente es emplace, sin fluctuación, sin esperanza o miedo, en la espaciosidad semejante a un espejismo de todas las experiencias.

Durante la noche, haciendo como antes, nosotros veremos el mundo de los sueños como un espejismo. No anhelando nada, al ir perdiéndose el ego, surgirán desde dentro los dharanis, los poderes psíquicos, y las absorciones meditativas; y la dispensa de los Budas es lograda rápidamente. ¡Familiarizaros con la realidad como si fuera un espejismo!

 

CAPÍTULO CINCO-El reflejo de la Luna en el agua.

 

Los Budas en su sabiduría han dicho que todas las experiencias son como el reflejo de la Luna en el agua; y aquí yo lo explicaré para que lo puedas realizar directamente.

En el profundo lago cristalino de la naturaleza de la mente, brillan imágenes de espontaneidad, surgiendo desde un tiempo sin principio; pero las bravas olas contaminadas de la percepción dualista enturbian la claridad ya agitada por una tormenta de conceptos.

Esa confusión mundana mana de la creencia en un ego, un yo, una consciencia original que ahora es opaca, embotada, y emocional; que está hundida en el samsara infinito y sin principio.

Lo mismo en que el reflejo de las estrellas en un charco de agua cristalina brilla de forma constante, a pesar de estar ausentes aunque parezcan estar allí, del mismo modo las imágenes ilusorias aparecen en el espejo quieto de la mente, y esas imágenes evanescentes no preocupan.

No hay nada sólido, nada que pueda cogerse, no hay marcas específicas, nada a identificar, nada existente o no existente, más allá de lo real e irreal, eso es lo que los Budas quieren decir con “reflejo”. 

El color y la forma, todas las percepciones sensoriales, son por tanto como el reflejo de la Luna en el agua, porque se da la apariencia sin que haya existencia, debido a que no hay nada permanente que pueda ser encontrado; porque sus características, sin cuajar, sin cristalizar, sin ser compuestas, permanecen nada más que como una película de forma de luz. Las construcciones del ojo, facultad de la vista, y la cognición, bañados por la vacuidad no son más que ficciones huecas, son como reflejos de la Luna en el agua.

Nosotros vemos a todas las cosas como carentes de existencia propia, como fantasmas, como un banano, sin un corazón. 

La mente es ilimitada, no contaminada, no inventada, es  como el reflejo de la Luna en el agua; así pues, la multiplicidad cuando se da no puede ser substanciada; está libre de las divisiones temporales imputadas conceptualmente; más allá de cualquier elaboración conceptual, déjala ser, tan solo déjala.

Puesto que la mente pura no tiene ninguna clase de propósito, nosotros la imaginamos sin exterior o interior, más allá del pensamiento; puesto que realmente sobrepasa todas las distinciones individuales y parciales, nosotros abandonamos la lucha por alcanzar estatus y prestigio espiritual. 

No pensado como el espacio primordial, apareciendo como multiplicidad, todo lo que aparece, como quiera que aparezca, es como el reflejo de la Luna en el agua; no siendo verdad, no siendo falso, samsara y nirvana es lo mismo; deja la mente relajada dentro del espacio de realidad tal como es.

El mundo aparente y todas nuestras vidas, el samsara y nirvana, son nuestras formas de vacuidad imaginadas, son como la Luna en el agua; no hay nada en el origen, no hay nada en su advenimiento, no hay nada en el momento, solo una falsedad imputada por el intelecto como verdadero o falso, como real o irreal; ¿Por qué deberíamos de aferrarnos a opiniones y preferencias?

Mientras el intelecto asuma compulsivamente un ego o un yo, no hay posibilidad de liberarse del samsara; sin embargo, más allá de la creencia, naturalmente asentada, en un confort genuino, transparente, transcendente, libre en sí misma, y completamente abierta, así es la mente sin ego, ¿Por qué intentar cambiar nada?

Cuando toda situación está falta de ego y substancia lo mismo que el reflejo de la Luna en el agua, y el intelecto está libre de la actividad compulsiva y libre también de la habitual presunción con respecto a la realidad, puesto que la mente no dual y sus objetos son uno, es el espacio sin mediar, involuntario, la gran perfección.

Con una receptividad que toma toda ocurrencia como algo amistoso, conociendo la espontaneidad de la serenidad, sin discriminar, llenos de gozo, ahora nosotros somos dejados sin ningún lugar al que ir, y permanecemos en esta mente pura dentro del fundamento primordial.

Con este tipo de realización, permaneciendo en ese espacio, sin errar, nosotros nos familiarizamos con todas las experiencias viéndolas como el reflejo de la Luna en el agua. La persona afortunada debería de reconocer fehacientemente que todo lo que ocurre es una realidad flotante, resplandeciente, y mítica.

LA MEDITACIÓN.

Como antes, en la preparación, aspira a ver cada momento como el reflejo de la Luna en el agua. La práctica principal es asentarse en la igualdad cognitiva, permitiendo a la mente percibir que surge como el reflejo de la Luna en el agua.

Durante la noche haz como antes, pero enfócate en la experiencia mística de la realidad como siendo el reflejo de la Luna en el agua; permaneciendo en el espacio unitario sin aferramiento nosotros nos apoderamos de la ciudadela de la naturaleza soberana de la mente.

Ahora, observando todo lo que aparece, libre de apego, allí surge una radiante brillantez, la luz clara, que es como el reflejo de la Luna en el agua. ¡Permite que el supremamente afortunado se llegue a familiarizar con eso!

 

CAPÍTULO SEIS- Como un eco.

 

Además, los Budas en su sabiduría han dicho que toda experiencia es como un eco. Escucha, mientras yo elucido claramente su significado.

Lo mismo que la voz clara de un eco devuelve las palabras pronunciadas ante una pared rocosa, todas las situaciones carecen de substancia o ego; nosotros las reconocemos como inequívocamente faltas de verdad.

Nosotros podemos buscar una voz cuando resuena el eco, pero no se encuentra nada fuera, dentro, o en medio; similarmente, investigando todas las experiencias, tanto internas como externas, todos los eventos mentales y las funciones de la mente, no hay traza de la más pequeña partícula, sea burda o sutil, que pueda ser encontrada. Si todo es vacío como el cielo, inmaterial, inmaculado, reconociendo eso, anhelo y aferramiento son en vano. 

Lo absoluto no puede ser observado en el mundo relativo; “absoluto” y “relativo” son productos de la división analítica: todo en su momento atemporal está más allá del intelecto. Conociendo a la red de proyecciones estructuradas como nuestra propia mente, debido a que el momento atemporal no puede ser afectado ahora, la red ilusoria de construcciones no tiene sentido, y realmente no hay nada de nada que anhelar y cosificar. Conociendo eso, nosotros vamos más allá de las proyecciones mentales.

Con este deseo colmado, la naturaleza primordial de la mente, semejante al cielo, permanece en un océano inmaculado de reacción perfectamente espontánea; debido a la pérdida de la presencia de la estructura mental suponedora, el mundo ficticio se determina como ausente, si bien es perceptible, lo mismo que un eco.

Aquí, mientras se va vagando en uno de los seis destinos, engañado inexorablemente por las tendencias kármicamente inducidas, la mente atribulada es capturada por las ficciones que llenan todos ellos.

Si es cierto que los seres y sus mentes en realidad carecen de fundamento o base, ¡Qué absurda la condición humana, que es perceptible y sin embargo carece de existencia! ¿Cuál es el sentido entonces de nuestra apasionada búsqueda de la verdad? ¿Por qué querer el significado y lo valioso donde no hay nada, en lo que es aparentemente real, pero realmente no es más que un eco? Lo que ocurra, déjalo; es el espacio unitario sin referencia. Cada suceso adventicio se mezcla dentro de la irrealidad magnificente, en la que sin ocuparnos del estatus, nosotros somos locamente felices.

Todo lo que ocurre, sea positivo o negativo, es una energía luminosa sin intención, es un suceso semejante a un eco; todo lo que es explota sin dejar rastro; así que relájate en el espacio unitario sin dimensión. 

Sonríe ahora amablemente a esas apariencias ilusorias, a esa pura evanescencia con nada que aprehender, etéreas, inaprensibles, volutas y nubes de humo disociadas, un parpadeo productor de creencia, una fantasmagoría brillante.

Anhelando la verdad, el ignorante ve todo esto como forma sólida, pero para el yogui que ve la mentira, es espacio unitario. Los creyentes que toman “momentáneo” como “duradero” ven una eternidad; para aquellos cuya creencia en la eternidad implosiona, es forma vacía; y libres los parámetros conceptuales limitadores, somos felices.

 

LA MEDITACIÓN.

Para llegar a familiarizarse con esa realización, lo mismo que antes, en la preparación, aspira a reconocer un eco en todas las cosas. En la práctica principal toma cada experiencia como si fuera un eco vacío, en el que no hay nada que aprehender en el momento en el que resuena. Mantén una atención concentrada ante cada impresión sensorial. 

Conteniendo palabras que pueden ser dulces o desoladoras, no obstante todas las alabanzas y críticas son un sonido vacío; vacío de cualquier concreción compresible, el valor de los juicios de la mente carece de significado; y nosotros reconocemos todos los sonidos como un eco vacío.

Una mente enfadada carece de localización o dimensión, y no puede ser encontrada pues está ausente; es una circunstancia vacía, como un eco; incluso la maldición de un enemigo es como un eco.

Cuando se busca y no se encuentra, todo es una vibración vacía; cuando es aprehendido completamente es tan vacío como el cielo, en el que no puede suceder realmente ni lo bueno ni lo malo, ni beneficio ni daño. No dándole credibilidad puesto que en verdad es vacío, nosotros reconocemos que todos los sonidos y vibraciones son un eco iluminado.

Por tanto, los pesos del samsara sin principio son alzados, y el fuego del enfado y odio es extinguido. Aquí nosotros ganamos la paciencia sublime y evitamos la desdicha de la depresión, y en debido discurrir nos aproximamos a las riquezas de los Budas.

Durante la noche, haciendo como antes, nos enfocamos en la experiencia mística semejante a un eco, porque cuando observamos el sonido como vacío, nosotros adquirimos paciencia en la vida. ¡Familiarizaros con el significado de un eco!

 

CAPÍTULO SIETE-Como una ciudad de gandharvas.

 

Los Budas en su sabiduría han dicho que toda experiencia es como una ciudad de gandharvas. Escucha mientras elucido su significado para ti, de forma que puedas familiarizarte con ello.

En el cielo de la luz clara primordial permanece una visión, una ciudad fantástica de espontaneidad perfectamente receptiva, sin principio o fin, sin centro o límite. 

Fuera de esa luz clara, en el cielo de nuestra mente ignorante, y creado por la percepción de la dualidad, hay una ciudad de gandharvas, una ciudad habitada por gandharvas, las seis formas de existencia, de formas y colores diversos sin un soporte o base, nacida de las tendencias kármicamente inducidas de la mente engañada.

Sabiendo eso, nosotros permanecemos en la naturaleza inmanente de la mente; ignorantes de ello, nosotros estamos enjaulados en nuestra presente ilusión. Puesto que no hay nada concreto que pueda ser aprehendido, ¿Qué mejor analogía podría haber que una ciudad de gandharvas?

Todo, todo ello, al carecer de existencia inherente es como una ciudad de gandharvas en un crepúsculo, pues tanto la estructura como el soporte son ilusorios. Una vez que se ha comprendido como tendencias kármicamente inducidas, como una mente engañada, que ahora es vista como insubstancial, déjala ser, que estalle y se disuelva tal como es. Así que, con un corazón valeroso, no te preocupes, pues nosotros reconocemos el samsara, el cual es puro en sí mismo, como primordialmente vacio. 

El mundo objetivo, carente de verdad, es una ciudad de gandharvas; es una creación del intelecto, es naturalmente vacía, es una ciudad de gandharvas; tanto la mente como su campo son vacíos, lo mismo que una ciudad de gandharvas; deja que incluso las creencias subliminales se disuelvan según surgen.

Sin ser perturbado por el intelecto, carente de proyecciones, cualquier situación que surja-ausente aunque perceptible-es el engaño básico surgido del ansia compulsiva; ahora, en el momento, deja que sea conocido en un desapego total. 

Lo mismo que los Budas supremos e inmaculados, esa paz perfecta del nirvana es completamente insubstancial, así, nuestras cosas materiales e inmateriales realmente parecen una ciudad irreal de gandharvas. Como una extensa expansión de espacio celestial, nosotros reconocemos perfecta paz primordial no nacida. 

Allí no se siente deseo, enfado, aturdimiento, vanidad o envidia; y realizando la mente racional para verlo como una ciudad de gandharvas: las emociones evanescentes, tanto positivas como negativas, y la naturaleza de la mente que es pura, es unicidad; y nosotros reconocemos esa unidad como la igualdad impoluta semejante al cielo.

El samsara siempre ha sido nirvana; nuestros pensamientos engañados se disipan como nubes, y nosotros conocemos la serenidad de nuestro hogar original, y nosotros queremos esta claridad vacía y la paz perfecta de la consciencia primordial.

Aunque ese espacio no nacido está libre de percepción convencional, hasta que la proyección mágica del nacimiento esté iluminada en la espaciosidad, nosotros tenemos que trabajar para erradicar el engaño de la conceptualización universal. Hacer y no hacer; desarrollar y abandonar, son uno; pero mientras la mente se aferre a la sustancialidad y el ego, por favor, acatad esta enseñanza profunda que erradica las emociones. Nosotros somos sabios solo cuando realizamos la unidad de lo interno y lo externo, irrumpiendo dentro de la naturaleza de la mente.

 

LA MEDITACIÓN.

Ahora, para familiarizarnos con esta realidad, nosotros nos preparamos de la misma forma que antes, aspirando a reconocer cada situación como una ciudad de gandharvas. 

La principal actitud es identificar claramente todos los colores y formas, que son en apariencia vacías, como si fuera una ciudad de gandharvas; a todos los sonidos, olores, sabores, sensaciones, e ideas como una ciudad de gandharvas; y a todos los juicios emitidos como si fuera una ciudad de gandharvas. Día y noche, como antes, nos acostumbramos a considerar todo lo que aparece como una ciudad de gandharvas. 

Una vez que vemos todas las cosas confundidas con una ciudad de gandharvas, dejándolas ir en ese espacio irreal, todas las elaboraciones mentales amainan, y la luz clara inherentemente existente, esa radiación vacía, brota desde dentro.

Similarmente, durante el sueño, lo vemos como una ciudad de gandharvas, y como antes nos acostumbramos a transformar disfraces; el aferramiento hacia una entidad permanente se va calmando, las cadenas de la percepción dualista son rotas, y las tendencias que nos atrapan se disuelven completamente; entonces nosotros descansamos en el confort y la naturalidad, y alcanzamos la liberación. ¡Familiarizaros con la ciudad de gandharvas!

 

CAPÍTULO OCHO-Como una aparición.

 

Los Budas en su sabiduría han dicho que todas las experiencias son como una aparición. Una vez más, escucha mi elucidación de esa verdad.

En el espacio de luz clara que es nuestro rostro original, debido a la creencia ignorante en una substancia, alma, o yo, en el ilusorio samsara surgen las apariencias. Como una aparición multifacética, ausente a pesar de ser aparente, nosotros las sentimos como placer o dolor. 

Las seis formas de existencia y los entornos mentales se manifiestan a través de las tendencias kármicamente inducidas, pero en su pureza son los campos de los tres cuerpos de un Buda, la visión de la luz clara, y la consciencia primordial. Tal como deja claro la Red de la Ilusión, esta visión tiene dos dimensiones: la mente ordinaria y la consciencia primordial.

La espaciosidad primordial es nuestra casa, por tanto la presencia pura purificando la polución, la consciencia primordial está aquí y ahora. Sin embargo debido a las proyecciones mentales del egoísmo ignorante y engañoso, las seis formas de existencia, felices o tristes, aparecen como una aparición. 

Como apariciones que aparecen de la nada, nosotros reconocemos las apariencias engañosas como puras en su ausencia; como una aparición que posee y controla la mente, nosotros reconocemos que el mundo y sus seres son manifestaciones mentales; como una aparición que aparece de acuerdo a un capricho, nosotros reconocemos que cada situación es creada en base a causas y condiciones; como una aparición ilusoria, ausente aunque aparente, todas las situaciones, ausentes aunque aparentes, son ilusiones mentales, proyecciones autónomas con un poder invasivo, y condicionados por ellas, nos identificamos con ellas. 

Pero rompiendo completamente, con el hábito de la cosificación roto, nosotros las dejamos tal como son; y sin proyectar nada nosotros permanecemos en la naturaleza del fundamento del ser, donde desde un tiempo sin principio la naturaleza de la mente está saturada por la espaciosidad.

Los tres y los cinco venenos emanan de las elaboraciones mentales, pero cuando son examinados no puede encontrarse ninguna substancia; la emoción, como una aparición, carece por completo de substancia, así que nosotros la dejamos sola como creatividad vacía.

Todos los seres que habitan el universo, cada uno de ellos con su físico, su mentalidad, impulsos y sentimientos, todos ellos son como apariciones, ausentes aunque aparentes. Todos ellos son no nacidos, sin muerte, inmóviles, ni haciendo ni no haciendo, ni transformando ni sublimando, sin embargo son una apariencia multifacética. Nosotros los reconocemos como una aparición genuina.

Las proyecciones engañosas de la mente con todo su dolor, todas ellas residen en el espacio de aparición; en su falta de substancia no pueden  cuajar, así que nosotros las reconocemos como mentiras vacías no duales.

Los fenómenos compuestos de los cinco elementos, esto es, los Tres Reinos y todos los seres, todo, sea afirmado o negado, es todo una mente de aparición. Nosotros reconocemos a esa mente, ausente aunque aparente, como una aparición ilusoria, pura y prístina.

A quienes son como niños todo les parece real, pero los fenómenos fabricados intelectualmente y sus atributos, todos se derivan de las tendencias kármicas, y no pueden sostenerse como reales; libres de la percepción dualista que etiqueta las cosas como “esto” o “eso”, nosotros lo reconocemos todo como inexpresable, como una apertura ilimitada.

Cuando nosotros etiquetamos verbalmente a una cosa como “esto” o “eso”, nuestras palabras, lo mismo que los cuernos en un conejo, son nombres huecos, meras imputaciones sobre algo que no existe; nosotros reconocemos ahora todas las cosas como carentes de raíz, y vacías.

Lo que tan solo es algo conceptualmente designado es no existente; imputado por las tendencias kármicas está ausente aún siendo aparente; y puesto que cuando no existe un objeto, el sujeto expira, la percepción dualista deja de existir; entonces todo es inexpresable, inimaginable, y completamente abierto. Puesto que nadie puede indicar con certeza que es “eso” realmente, nosotros lo llamamos aparición, sin substancia o esencia desde un tiempo sin principio.

Lo mismo que en el momento de su aparición una apariencia es vacía, así mismo, todas las situaciones, sean las que sean, también son en realidad vacías; lo mismo que una aparición transciende las nociones de existencia, así mismo las naturaleza de todo lo que surge está más allá de cualquier pensamiento al respecto.

“Aparente”, “vacío”, “verdad”, “falso”, como quiera que lo etiquetemos, la etiqueta no es ello; apartándonos de “esto” y “eso”, miremos dentro de esta vasta apertura.

Cuando el apego compulsivo no existe, todo lo que surge, lo hace como una totalidad. Así que ¿Por qué codiciar meras palabras? Si nosotros lo creemos siendo “esto” en vez de “eso” la dispensación natural se ve disminuida. 

¿Qué puede ser revelado por una red de conceptos especulativos? Las imputaciones de la mente son nuestras elaboraciones conceptuales, e incluso si la vacuidad absoluta pudiera ser evocada, nosotros somos dejados solo con la creencia en la dispensación natural.

¿Qué puede ser conocido señalando, cuando el punto está más allá de la indicación y de lo señalado? Siendo así, el debate contencioso resulta fútil, una especulación vana, y la naturaleza de la mente sigue siendo desconocida.

Por virtud de la poderosa sincronía adventicia, la bendición del lama entra en nuestros corazones y brilla como el sublime Sol alboreando en un cielo sin nubes, y la realidad existencial es revelada en un momento.

Ahora todo es un espacio unitario, sin las trabas de ser o no ser, es como el cielo vasto, sin límites, infinito, transparente en su vacuidad; ahora todas las situaciones son realizadas como apariciones, como formas luminosas vacías en el vasto espacio. 

Todo lo que es samsara-en este mismo momento atemporal-es nirvana; todos los conceptos engañosos son realizados como la naturaleza de la mente; es la consciencia primordial carente de un ego jugueteando en su campo espacioso, y ahora, con la creencia en las apariencias materiales anulada, nosotros somos felices en el espacio de aparición de las proyecciones de la mente.

Con este reconocimiento, la consciencia ve la verdad, y no queda  nada que deba de ser revelado, pues precisamente ahora, precisamente aquí, la naturaleza de la mente está explotando a través de su propia volición.

Sin embargo, solo se está revelando en él o ella, en quienes quieren la poderosa facultad de la bendición del gurú. El color y la forma son una lámpara brillante para aquellos que pueden ver, pero para el congénitamente ciego las meras palabras no son reveladoras de nada; quien está cegado por las palabras, incapaz de comprender, él o ella, son incapaces de ver el sol brillante de la naturaleza de la mente.

Pero más ciegos que los ciegos son los eruditos necios, que hablando prolongadamente lo mismo que los loros, hinchados por la vanidad, con el significado esencial oscurecido por la maraña de conceptos, son en su ignorancia como un ciego en un mundo de colores. ¡Sin ser conscientes, ellos creen en la verdad de sus propios pensamientos! ¡Ay! ¡Qué triste, ellos que son los más desafortunados! ¡Qué tozudos! El significado esencial siempre los elude.

Aquí, la naturaleza de la mente, la consciencia primordial libre de miedo revelada por el gurú, es nuestra verdadera presencia intrínseca. Alborea cuando la mente se aquieta, libre de contaminación, sin idear, en ausencia del apego compulsivo a las esperanzas y temores; pero es conocida mejor como la ilimitada claridad vacía. No obstante, quien tiene las bendiciones del linaje, y es cuidado por un gurú verdadero, es el supremamente bendecido.

 

LA MEDITACIÓN.

Para obtener una familiarización completa con la dispensación natural, junto con la práctica del yoga del gurú, como preparación, aspira a desarrollar el hecho de ver todo lo experimentado como una aparición. La práctica principal es reforzar la convicción en base a la experiencia de que la mente es como una aparición; que la naturaleza de las apariciones en la mente también es como una aparición; que todo es no ideado, no originado, que es como una aparición. Deja que permanezca en la naturaleza de la mente sin la menor agitación.

Ahora, descansado en la claridad vacía, libre de elaboraciones mentales, permaneciendo en ese espacio, libre de la percepción dualista, la luz clara amanece como una aparición translúcida y radiante. Sus formas luminosas sin cristalizar, sin estar manchadas por creencias fabricadas, relucen y destellan con una felicidad natural que no se rompe.

La mente semejante al cielo, con su claridad no conceptualizada, conoce una mente semejante al cielo no estructurada y no elaborada. En este momento, al reconocer a todas las apariciones que aparecen como si fuera una aparición, con el contento de la mente liberada en la aparición, al realizar que el deseo y el odio, las esperanzas y los miedos, y el ego, son todos como apariciones, entonces el punto de partida, el proceso, y la fructificación son facilitados.

Aquí ya no nos atan nuestras preconcepciones e imaginaciones: aunque está fijado en la existencia, todo sentido de permanencia se desvanece; aunque está fijado en la nada, nuestro horrible nihilismo se evapora; aunque estamos visualizando la dualidad, nosotros permanecemos en el espacio no dual; aunque imaginamos un ego, un alma, un yo, nosotros estamos libres de creencia; condicionados a creer en “otro” que es un extraño, ahora no hay esperanza o miedo; cultivando la fase de generación, se da el completamiento espontáneo; cultivando el completamiento, la fase de generación es una aparición.

En su surgir y reventar simultáneo, la emoción es liberada;  yendo más allá de la creencia subjetiva, nosotros permanecemos en la autenticidad. En el chakra de la realidad es temporalmente atemporal; y como los fantasmas somos indiferentes a las fracturas y los cambios.

El loco divino, sin propósito, sin anhelos, transparente, en su espontaneidad desinhibida carece de pretensión, sin esperanzas ni miedos; todo lo que aparece es el espacio unitario sin motivación, el espacio que todo lo penetra, la espontaneidad de la actividad de un Buda. 

Allí dentro, permaneciendo día y noche en el espacio en el que surgen las apariciones, todos nuestros máximos son uno en el chakra del placer puro; todas nuestras visiones se suman en el chakra de disfrute visionario; toda nuestra experiencia abrazada en el chakra de la realidad; nuestras proyecciones mágicas incalculables en el chakra de emanación; y toda nuestra felicidad es sostenida en el chakra de la protección. 

Gruesa, sin cambiar, energía mental reducida a esenciales, su base estructural es el sistema de canales de energía, y  los chakras correspondientes que han de ser purificados y el agente de purificación es energía pura; la pureza realizada tiene el sabor único de la sabiduría primordial.

En nuestros sueños, nuestra emanación se transforma en campos búdicos, y por tanto los sueños engañosos ya no ocurren. Permaneciendo día y noche en la luz clara, en la absorción meditativa de la luz clara y gozo sin pensamientos, son conseguidos la clarividencia, los poderes psíquicos, las facultades mágicas, y la respuesta perfectamente espontánea. Ahora son alcanzadas experiencias y realizaciones ilimitadas para beneficio de uno mismo y de los otros. Todos nosotros, las personas afortunadas, deberíamos de familiarizarnos incesantemente con el hecho de ver todas las cosas como una aparición.

 

VERSOS DE CONCLUSIÓN.

Para mostrar las enseñanzas de los Budas sobre las ocho ilustraciones de la ilusión, y he reunido el elixir del Sutra, Tantra, y de las instrucciones orales, y las he expresado como rayos de Sol inmaculados.

Que a través de esté mérito virtuoso puedan todos los seres sin excepción percibir todas las situaciones como una evanescencia ilusoria no originada; y que puedan conseguir una comprensión más y más alta embellecida por los tres cuerpos de los Budas.

Abandonando el intelecto que pretende tener seguridad en lo es tan solo un sueño, un espectáculo mágico, un espejismo, un reflejo, un eco, y una aparición, deja que vuelvan a recuperar su primacía la consciencia primordial y la espontaneidad.

Una vez obsesionados por la ciudad carnal y las emociones, ahora huyen de la jungla espesa de la incertidumbre para ir a los frios y distantes hayedos; que los cielos alaben y aclamen a esas criaturas.

Que pueda esta mente mía, odiando la distracción, vivir en un aislamiento feliz en un bosque lleno de paz, centrándome solo en el significado verdadero, alcanzando la sabiduría inmaculada del ensalzado.

En este bosque de flores, hojas, y frutas, mejorado por las aguas cristalinas de la forma de vida del renunciante, que pueda esta encarnación mía de la ocasión única y la coyuntura correcta, transitar el sendero de libertad hacia el tesoro del significado profundo. 

En este tránsito breve, hasta que yo alcance mi fin practicando la virtud en este mundo de hombres, transitando el sendero de la paz, y realizando los medios hábiles, que pueda yo liberar a innumerables seres de este mundo ficticio.

Este método es la esencia de las enseñanzas profundas de los Budas, y como lleva el significado de la experiencia de la verdad, teniendo el deseo de la libertad, nosotros deberíamos de esforzarnos de corazón, día y noche, sin perder intensidad, viviéndolo plenamente.

Aquellos pertenecientes a las últimas generaciones, afortunados y llenos de fe, deberían de confiar siempre en estas palabras, y cruzando sobre el océano mundano del ego y de los otros, los dos propósitos de todos los seres son alcanzados espontáneamente.

Este yogui con ojos que penetran todo, viendo el significado de Sutra y Tantra, y el significado esencial de todos los preceptos, Drimé Özer, adornado por una radiación inmaculada, compuso este texto en una cueva, en Gangri Tokar.

Este Sol del Dharma con su miríada de rayos inmaculados-el brillo de la consciencia primordial-disipa la oscuridad de la ignorancia, vaciando el océano del samsara hasta su última gota, revelando el ilimitado continente de libertad.

 

Traducido al castellano y anotado por el ignorante y falto de devoción upasaka Losang Gyatso. Editado a 29/05/2018.