En el medio del cielo que todo lo abarca de su sabiduría, el Espacio Absoluto, los cálidos rayos de su compasión están brillando sobre las nubes de sus oraciones; la abundante lluvia de amrita1 cae continuamente sobre el campo de los seres que han de ser entrenados, madurando los brotes de los Tres Kayas2.

 

Nosotros nos postramos a los pies del Gurú, el protector, la Suprema de las Tres Joyas3.

Que a través del poder de mis aspiraciones pueda yo unirme al linaje supremo de la realización; pero al no esforzarme de forma diligente, esta existencia que he vivido en vano llega ahora a su crepúsculo. Yo tuve la intención de hacer como los Rishis, pero ahora yo estoy extremadamente abatido, y he visto a otros que están como yo. Por eso es por lo que, para hacer que surja en mi mente una clara renunciación, yo he pronunciado estas Treinta Piezas de Consejo desde el Corazón.

PRIMER CONSEJO.

¡Ay! Después de haber reunido en torno a uno a un gran círculo de personas a través de todo tipo de medios hábiles, uno puede tener una comunidad monástica floreciente. Pero esto es fuente de riñas, y ocasiona grandes apegos en uno.

Permanecer solo es mi consejo de corazón.

SEGUNDO CONSEJO.

Con ocasión de las ceremonias que se realizan en las aldeas para eliminar obstáculos y dominar a los malos espíritus, uno puede exhibir sus cualidades ante la multitud. Pero a través de la codicia hacia la comida y la riqueza, es la mente de uno la que será llevada por el demonio.

Dominar la propia mente de uno es mi consejo de corazón.

TERCER CONSEJO.

Después de haber recogido gran cantidad de donativos de la gente pobre, entonces uno puede así erigir estatuas y monumentos, distribuir gran cantidad de limosnas y demás. Pero esto es causar el que otros acumulen malas acciones sobre una base virtuosa.

Hacer que la mente de uno sea virtuosa es mi consejo de corazón.

CUARTO CONSEJO.

Deseando la propia grandeza, uno expondrá el Dharma a otros, y a través de numerosas estratagemas engañosas uno mantendrá en torno suyo a un círculo de personas importantes y humildes. Pero esa mente que se aferra a las realidades burdas es la causa del orgullo.

Tener solo planes a corto plazo es mi consejo de corazón.

QUINTO CONSEJO.

Mercadear, prestar dinero con interés, y todo este tipo de engaños; con la riqueza amasada de forma incorrecta uno muy bien puede hacer una gran cantidad de ofrendas, pero los méritos que descasan sobre la codicia son la fuente de los ocho intereses mundanos4.

Meditar en el rechazo de la codicia es mi consejo de corazón.

SEXTO CONSEJO.

Actuando como testigo, avalista, y estando envuelto en disputas legales, uno puede apaciguar así las riñas de los otros, pensando que esto es bueno para todos. Pero el caer en esto traerá el incremento de las miras interesadas.

Permanecer sin expectativas ni temores es mi consejo de corazón.

SÉPTIMO CONSEJO.

Con la administración de provincias, y teniendo asistentes y riquezas, el renombre de uno puede extenderse por todo el mundo. Pero a la hora de la muerte todas esas cosas no tienen la menor utilidad.

Esforzarse en la propia práctica de uno es mi consejo de corazón.

OCTAVO CONSEJO.

Los administradores, asistentes, aquellos que están situados en posiciones de responsabilidad, y los cocineros son los pilares de la comunidad monástica. Pero una mente que esté interesada en esto es causa de pesar.

Minimizar esta actividad creadora de confusión es mi consejo de corazón.

NOVENO CONSEJO.

Llevando los objetos religiosos, las ofrendas, libros y los utensilios de cocina, uno puede ir a la soledad de las montañas llevando todo lo necesario. Pero el estar bien equipado ahora es la fuente de dificultades y riñas.

No tener necesidades es mi consejo de corazón.

DECIMO CONSEJO.

En estos tiempos degenerados uno puede hacer reproches a la gente cruel que está en torno a uno. Aunque uno piensa que será útil para ellos, solo es la fuente de pensamientos venenosos.

Pronunciar solo palabras llenas de paz es mi consejo de corazón.

DECIMO PRIMER CONSEJO.

Sin tener ningún tipo de consideración egoísta, uno puede, con gran afecto, mostrarle a la gente sus defectos, pensando que solo es por su propio bien. Pero aunque lo que uno dice es verdad, esto solo herirá sus corazones.

Pronunciar palabras amables es mi consejo de corazón.

DECIMO SEGUNDO CONSEJO.

Uno se involucra en controversias defendiendo su propio punto de vista y contradiciendo la forma de pensar de otros, pensado que hace esto para preservar la pureza del Dharma. Pero actuando de ese modo uno induce a pensamientos impuros.

Permanecer en silencio es mi consejo de corazón.

DECIMO TERCER CONSEJO.

Pensando que uno está prestando un servicio, uno apoya de forma partidista el linaje y los puntos de vista filosóficos del gurú de uno. Pero el alabarse a uno y menospreciar a los otros madura en uno el apego y el odio.

Abandonar estas cosas es mi consejo de corazón.

DECIMO CUARTO CONSEJO.

Habiendo examinado completamente el Dharma que uno ha oído, uno puede pensar que el ver los errores de otros es una prueba de tener sabiduría discriminativa, pero el pensar de este modo solo es causa de acumulación de faltas para uno.

Ver todo como puro es mi consejo de corazón.

DECIMO QUINTO CONSEJO.

Hablando solo el lenguaje de la vacuidad que es como el espacio, y desdeñando la causa y efecto, uno puede pensar que la no acción es la intención última del Dharma. Pero el no abandonar las dos acumulaciones5 traerá la prosperidad de la práctica de uno.

Unir estas dos acumulaciones es mi consejo de corazón.

DECIMO SEXTO CONSEJO.

Con respecto a la tercera iniciación, está el descenso de la esencia y demás. Uno puede pensar que el camino de la forma del cuerpo de los otros lo llevará a un progreso excepcional. Pero en este sendero de lo impuro, muchos grandes meditadores han sido cogidos en una trampa.

Confiar en el Sendero a la Liberación es mi consejo de corazón.

DECIMO SEPTIMO CONSEJO.

El dar iniciaciones a gente que no está cualificada y el distribuir a las multitudes las substancias sacramentales es la fuente del abuso y de que se eche a perder el samaya6.

Preferir un comportamiento recto es mi consejo de corazón.

DECIMO OCTAVO CONSEJO.

Yendo desnudo en público y otras excentricidades uno puede pensar que está actuando como un yogui. Pero así es como uno origina el que la gente mundana pierda la fe.

Ser cuidadoso en todas las cosas es mi consejo de corazón.

CONSEJO DECIMO NOVENO.

Donde quiera que se esté, con el deseo de ser el más grande uno se comportará fingiendo actuar de forma tradicional e inteligente; pero esto es la causa de caer de lo más alto a lo más bajo.

No estar ni tenso ni relajado es mi consejo de corazón.

VIGESIMO CONSEJO.

Tanto que uno viva en aldeas, monasterios, o en retiro en las montañas, sin buscar la intimidad, uno debería de ser amigo de todos, pero sin intimar ni sentir animosidad.

Mantener la independencia de uno es mi consejo de corazón.

VIGESIMO PRIMER CONSEJO.

Asumiendo un semblante artificial uno puede rendir homenaje de una forma agradable a los benefactores que se ocupan del sustento de uno. Pero el fingir para engañar a otros es causa de que uno se enrede.

Actuar con un mismo gusto es mi consejo de corazón.

VIGESIMO SEGUNDO CONSEJO.

Existen innumerables escritos sobre adivinación, astrología, medicina, etc; aunque todos ellos tienen que ver con los métodos basados en los vínculos de la interdependencia, nos apartan de la omnisciencia. El ser demasiado aficionado a todas estas cosas dispersará nuestra contemplación.

Minimizar el estudio de estas ciencias es mi consejo de corazón.

VIGESIMO TERCER CONSEJO.

Cuando uno permanece dentro (de la cueva) haciendo arreglos en el interior, uno puede de este modo tener todas las comodidades en medio de la soledad. Pero esto es una forma de desperdiciar toda la vida en detalles triviales.

Poner fin a toda esa serie de actividades es mi consejo de corazón.

VIGESIMO CUARTO CONSEJO.

Estando instruido, siendo virtuoso y demás, y también ejerciendo algo de esfuerzo hacia la realización, uno puede de este modo hacer que sus cualidades personales alcancen su pico. Pero el aferramiento asociado con esto solo hará que uno se enrede.

Saber cómo ser libre, sin egocentrismo es mi consejo de corazón.

VIGESIMO QUINTO CONSEJO.

Consiguiendo que caiga granizo y truenos utilizando el poder de los mantras, mientras que uno se protege de todo esto, uno puede pensar que ya ha dominado lo que debía de ser dominado. Pero el quemar a otros seres no tendrá otro final más que el acabar en los reinos inferiores.

Permanecer humilde es mi consejo de corazón.

VIGESIMO SEXTO CONSEJO.

Uno puede tener una gran abundancia de textos dignos de ser deseados, haber recibido numerosos consejos verbales, anotaciones y demás. Pero si uno no los pone en práctica, a la hora de la muerte no servirán de nada.

Estudiar la propia mente es mi consejo de corazón.

VIGESIMO SEPTIMO CONSEJO.

Cuando uno practica con concentración en un solo punto, uno puede tener experiencias, tratar sobre ellas con otros, escribir versos espirituales y cantar canciones de realización. Aunque todas estas cosas son manifestaciones naturales de la práctica, ellas solo incrementarán el vagar de los pensamientos.

Mantenerse apartado de toda conceptualización es mi consejo de corazón.

VIGESIMO OCTAVO CONSEJO.

Cualesquiera que sean los pensamientos que surjan, es importante observarlos. Entonces, cuando uno ha obtenido una comprensión clara de la mente es importante permanecer con ella. Aunque no hay nada sobre lo que meditar, es importante permanecer en dicha meditación.

Estar siempre atento es mi consejo de corazón.

VIGESIMO NOVENO CONSEJO.

Inmersos en la vacuidad, actuando de acuerdo con la Ley de Causa y Efecto, manteniendo puros los tres tipos de voto7 tras haber entendido que es la no acción, que con una compasión absoluta podamos esforzarnos para el beneficio de todos los seres.

Unir las dos acumulaciones es mi consejo de corazón.

TRIGESIMO CONSEJO.

Uno ha seguido a muchos gurús sabios y realizados, ha recibido muchas instrucciones profundas, y ha buscado a través de unos pocos Sutras y Tantras, pero aún así uno no los ha aplicado. ¡Ay! Uno solo se está engañando a sí mismo.

Es por esto por lo que yo he pronunciado estas Treinta Piezas de Consejo de Corazón para mí y para aquellos que están como yo.

Que por cualquier pequeño mérito que pueda surgir de este espíritu de renunciación puedan todos los seres ser guidados a través de la confusa expansión de la existencia, y ser establecidos en el Gran Gozo. Que caminando tras las huellas de los Budas y Bodhisattvas de los tres tiempos y de todos los grandes santos, podamos convertirnos en sus hijos supremos.

Así, urgido por una pizca de renunciación, el llamado Tsultrim Lodrö8 concibió estas Treinta Piezas de Consejo de Corazón.

 

 

Trad. al castellano y anotado por el ignorante y falto de devoción upasaka Losang Gyatso. Editado a 18-3-1014.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 Néctar celestial.

2 Los Tres Cuerpos de un Buda: Nirmanakaya, Sambhogakaya, y Dharmakaya.

3 En Tantra las Tres Joyas son: Gurú, Yidam, y Dakinis.

4 Ganancia y pérdida, placer y dolor, fama e irrelevancia, alabanza y crítica.

5 De mérito y sabiduría.

6 Los votos tomados junto con un rito de iniciación tántrico.

7 Los votos de la liberación individual, los votos del Bodhisattva, y los votos tántricos.

8 Uno de los nombres de Longchenpa.