MAS PRECIOSO QUE UNA JOYA QUE CONCEDE LOS DESEOS

 

11 Enero de 2014.-

Pabellón del Monlam, Bodhgaya.-

H.H The 17. Gyalwa Karmapa

Luego de una noche de lluvia continua a lo largo de Bodhgaya, los primeros breves rayos de sol finalmente emergieron justo mientras el Gyalwang Karmapa se preparaba para comenzar su primera enseñanza en 31° Kagyu Monlam Chenmo.

Anticipándose al programa, previamente explicó su elección en relación a los textos para las actividades de estos años. Durante las enseñanzas de los pre Monlam la semana anterior, él enseñó durante tres días “La Antorcha de la Certeza”, un texto de Jamgon Kongtrul Lodrö Thaye. Y, para las enseñanzas Kagyu Monlam en sí mismo eligió “Ocho Versos Sobre El Entrenamiento Mental”, del gran maestro Kadampa Geshe Langri Tangpa.

El Gyawang Karmapa explicó que la razón para esta particular combinación de textos se remonta atrás a Gampopa, iluminaria fundacional del linaje Kagyu, quién hábilmente combinó las tradiciones Kadampa y Mahamudra. Este año, explicó Karmapa, quiso también combinar textos de estas dos tradiciones durante las actividades en Bodhgaya, cómo para reflejar conscientemente los logros de Gampopa en la práctica moderna.

El Gyalwang Karmapa comenzó su enseñanza explicando cómo el autor del texto, Gueshe Langri Tangpa, tenía el sobrenombre de “El serio”, porque prácticamente no se conocía que se hubiera reído. La razón por la que era tan serio, explicó el Gyalwang Karmapa, era porque estaba completamente focalizado en el sufrimiento de todos los seres.  

“La expresión en la cara de Geshe Langri Tangpa no mostraba signos de depresión o sobrecogido por la miseria u obsesionado por sus propios sufrimientos. Más bien era un signo de su coraje compasivo y preocupación por otros.”, explicó.

Entonces se dirigió al texto, comentando que, toda vez que era tan breve, tan solo ocho versos de largo, se sintió confiado en ser capaz de exponerlo en su totalidad a lo largo de dos días de enseñanzas.

Comenzando con el primer verso, explicó que los seres sintientes son más valiosos o más importantes que nosotros mismos. De hecho, comentó, un practicante del entrenamiento mental del Mahayana debe pensar que todos los seres a lo largo del espacio, aquellos que experimentan sensaciones de placer o dolor, son más preciosos que una joya que concede todos los deseos.

“En las leyendas indias se dice que una joya con estas características es algo extremadamente raro.”, explicó. “Era extremadamente difícil de hallar; tan sólo en las profundidades del océano. Si podías llegar a conseguir una, sería capaz de conceder cualquier pedido que se le hiciere. Pero a pesar de todo, lo que la joya que concede los deseos podría otorgarte era temporarias e ilimitadas riqueza y recursos, mas no darte omnisciente estado de Buddha.

El Gyalwang Karmapa, entonces, hábilmente adaptó esta analogía al mundo moderno.

“Si una joya que concede todos los deseos no significa nada para vos, entonces la declaración de que todos los seres sientientes son más valiosos que una joya que concede los deseos no va a surtir ningún efecto en vos. ¿Porque, entonces, no decir: todos los seres sintientes son más valiosos que el dinero? De hecho, los seres sintientes son cien, mil, un millón, un billón de veces más valiosos que cualquier monto de dinero.”

“¿Por qué los seres son tan valiosos? Porque a los efectos de adquirir el despertar necesitamos bodhicitta, y para generar bodhicitta necesitamos compasión. Y porque la compasión debe ser generada con respeto hacia los seres sintientes, quienes son infinitamente preciosos y necesarios para nuestro despertar.”

Sin otros seres, el Gyalwang Karmapa explicó, no seríamos capaces la bodhicitta, que es la raíz del camino hacia el despertar. Por tanto, sin otros seres, no podríamos, de hecho, despertarnos.

El Gyalwang Karmapa luego describió su visión del cercano e interconectado mundo habitamos hoy en día.

“En este siglo XXI, dentro de la sociedad en este mundo cómo un todo, o dentro de sociedades individuales, estamos más cercanamente conectados a otros seres que nunca antes en el pasado. En un sentido, el mundo se ha tornado más pequeño, porque ahora vivimos en una era de información. Nuestra conexión con otros es mucho más cercana, más inmediata.”

Cómo una inmediata y directa demostración de esta cercanía, mientras hablamos, alrededor de 1500 espectadores están sintonizados en la transmisión en vivo, simultáneamente desde todos los rincones de la tierra, a la vez que estas palabras son traducidas y transmitidas en 11 diferentes lenguajes, a instantes de haber sido pronunciadas.

“Esto significa que somos más capaces de ayudar y perjudicar a otros que en el pasado.”, continuó. “Nuestra felicidad y sufrimiento, y su felicidad y sufrimiento, están ahora tan cercanamente conectadas que están realmente inseparables, y esta conexión no puede ser interrumpida.”

“En el pasado era posible para nosotros mantener la ilusión de una separación entre nosotros y los demás…pero es cada vez más claro en el presente que no hay separación entre nosotros y los otros.”

Mientras la enseñanza se acercaba al fin, el Gyalwang Karmapa dirigió la asamblea en 5 minutos de meditación en la igualdad entre uno y los demás. El vasto salón quedó en silencio a la vez que 9000 personas eran guiadas por el Gyalwang Karmapa, y simultáneamente dirigieron sus mentes a un estado de ecuanimidad.

 

 

La vía del auténtico practicante       

Ocho versos del entrenamiento de la mente, Sesión n°2

12 de Enero, 2014.-

Pabellón del Monlam, Bodhgaya.-

El Gyalwang Karmapa entró al pabellón cómo usualmente, desde la derecha, caminando alrededor del frente del escenario, con los guardias de seguridad en los cuatro costados, mientras monjes con incienso y djalings precediéndolo. Luego de subir las tres escaleras, se detuvo para hacer tres inclinaciones antes de tomar asiento en el trono orientado hacia miles que se han reunido para su segunda charla. Luego de un ofrecimiento del mandala, más de cien personas llenan el corredor central hasta la misma puerta, cercana a la calle; sostienen sus largas bufandas blancas y amarillas, y lentamente caminan para realizar sus ofrendas. El Karmapa presta atención a cada uno mientras pasan en frente a él, en algunas ocasiones estira su mano para tocar sus cabezas y en otras les ofrece una leve sonrisa. Entonces hace sus propias plegarias y comienza su charla con agradecimientos a todos aquellos que han estado trabajando tan duramente. Comienza con el segundo verso:

Toda vez que me encuentre en compañía de otros,

Me tendré a mí mismo cómo el más pequeño de entre ellos,

Y de los más profundo de mi corazón

Atesorar a los otros cómo supremos.

Un auténtico practicante del entrenamiento mental, sin importar adonde estemos o con quienes estemos, siempre veremos a los otros cómo superiores. Los practicantes nunca serán arrogantes acerca de tratos menores, tales como la apariencia, la juventud, riqueza o educación.

El orgullo es inaceptable y esto no es asunción infundada. Hay una razón muy importante razón por la cual es inaceptable: todas nuestras cualidades positivas, nuestras virtudes, aprender y demás, así como nuestras posesiones y recursos nos vienen a través de la gentileza de otros.

Geshe Dromtönpa ha dicho que un océano de cualidades no puede quedarse en una bola de orgullo. Cómo ésta, nuestras mentes están tan compactadas con el orgullo que nada más puede entrar. Perdemos la oportunidad de mejorarnos a nosotros mismos porque pensamos “Estoy bien.”. En los sutras, el Buddha dijo, “El orgullo es la raíz de la complacencia y te hace incapaz de mejorar.”

Usualmente la confianza y el orgullo son confundidos, pero son muy diferentes. La confianza es una virtud y al que necesitamos. El orgullo es una aflicción y algo para descartar. ¿Qué es el orgullo? Es cuando tu mente se llena con el sentido de tus propios logros. Esto no sólo previene mejorar, pero atrapado en el orgullo, nos comparamos con otros y siempre los hallamos en falta. Este es el peor problema del orgullo.

Debemos recordar que cuando hacemos buenas acciones, en última instancia, las estamos haciendo por nuestro beneficio. Algunas personas sienten la necesidad de hacer propaganda de sus virtudes a otros y pueden sentirse desilusionados si otros se rehúsan a aceptar que realmente las tienen. Deberíamos ser cómo niños, quienes, sin considerar las gustos del mundo de los adultos, se manejan con su propio sentido de las cosas. Del mismo modo, nuestra propia práctica es un reflejo de nuestras propias necesidades y demás; no está diseñada para ser mostrada directamente a los demás.    

La virtud debe la misma calidez que unos guantes *. Si nuestra propia virtud no produce calidez o calor por nosotros mismos, nos hemos quedado con nada para compartir con otros. El propósito de la virtud es mejorar nuestro estado mental. La confianza es muy importante porque si nuestras buenas intenciones se congelan dentro nuestro podemos convertirnos en un bloque de hielo, completamente desprovisto de calor alguno. En resumen, necesitamos confianza, pero no orgullo.

 

*N. del T.: cómo guantes de lana o tela polar cuando hace mucho frío.-

 

El Tercer Verso:

 

En cada una de mis acciones, observaré mi mente,

Y en el momento en que emociones destructivas surjan,

Las confrontaré con fuerza y las evitaré,

Porque lastimarán, ambos, a mí y a otros.

 

Cualquier cosa que estén realizando los practicantes, caminando, sentados o durmiendo, siempre deben observar su mente de manera precavida, activamente investigando que se está haciendo y en qué estado se está. Prestando mucha atención de esta forma, ni bien la aflicción surge, se está

comprometido a notarla y descartarla instantáneamente, como si una serpiente venenosa hubiera caído en el regazo. Nuestras aflicciones mentales son nuestros peores enemigos. Nos conquistan, lastiman a otros seres y destruyen nuestra disciplina. Que el Dharma se transforme en autentico o no depende si sirve cómo un remedio efectivo para las aflicciones.

Se ha dicho que la bodhicita (el deseo de alcanzar la iluminación por el beneficio de todos) is lo que diferencia al Mahayana del Hinayana. La diferencia, no obstante, no se encuentra en el Dharma que ellos enseñan, sino en la actitud del practicante. Por ejemplo, podemos cantar “Los Cuatro Inconmensurables” (Puedan todos alcanzar la felicidad y sus causas, y demás), pero si el deseo que eso suceda realmente no está presente dentro de la mente, tan sólo cantar estas líneas no nos hace practicantes del Mahayana.

No nos es suficiente cultivar una mente de amor y compasión y algún tipo de estado meditativo mientras nos hallamos a salvo ante nuestros altares (en nuestro cuarto o lugar de práctica). Esto solamente no remediará nuestras aflicciones: necesitamos continuamente cultivar una mente imbuida con Dharma. Especialmente cuando nuestra mente esta trastornada, el Dharma necesita arribar en la escena y no debiera haber diferencia adonde nos encontremos: en el trabajo, interactuando con nuestra familia y amigos, y demás. Es en esas situaciones que el poder de nuestra práctica de Dharma y nuestras aspiraciones deben transformarse en evidentes. Si esto no sucede, ser capaz de cantar y meditar ante nuestros altares (en nuestro cuarto o lugar de práctica) no es suficiente, porque ese tipo de práctica de Dharma no es usado para ayudar a otros.

Nuestro entrenamiento es análogo con el de los guerreros. Entrenar a un soldado es muy costoso y requiere muchos años de intenso aprendizaje; cuyo propósito es derrotar al enemigo en una batalla real. Si el guerrero es exitoso, entonces todo el entrenamiento y sacrificio ha probado ser valioso; sino ha sido un desperdicio. Los practicantes también se están preparando para dar na batalla contra su enemigo, sus aflicciones. Cuando nos sentimos bien practicando en circunstancias ideales, nuestra competencia para luchar con las aflicciones no está siendo realmente puesta a prueba. No podemos decir si el Dharma se ha convertido en un remedio o no. El coraje y el poder del Dharma deben surgir en situaciones de crisis y disturbio metal. Esto es crucial.

Continuando con la analogía de dar una batalla, necesitamos aplicar dos remedios para las aflicciones: un poderoso remedio externo, el ejército invasor, y un remedio interno, incitar la rebelión en el país que deseamos invadir. Por analogía, aprendemos a entender que nuestras aflicciones son tiranos, así que incitamos nuestra propia rebelión con ellas. Si somos exitosos con nuestro remedio interno, el uso del externo será sencillo. Mientras la fuerza del ejército invasor es importante, depende del apoyo de completamente confiables rebeldes dentro del país invadido. Nuestro problema más grande es que no nos hemos rebelado en un ciento por ciento contra nuestras aflicciones: a veces las reconocemos cómo defectos, pero a veces nos dejamos disfrutarlas.  No somos confiables, rebeldes tibios. Para ser convertirnos en rebeldes confiables debemos estar completamente seguros que las aflicciones son defectos y aprender a sentir desagrado por ellas. En tanto seamos indulgentes con las aflicciones no nos podremos liberar de ellas.

 

El Cuarto Verso:

Cuando sea que vea seres malvados,

O a aquellos agobiados por sus actos erróneos o sufrimiento,

Los amaré cómo a algo excepcional,

Cómo si hubiera hallado un tesoro invaluable.     

 

Cuando nos encontramos gente malvada o verbalmente ofensivo, lejos de irnos de su compañía, debemos reconocerlos cómo una tremenda  y preciosa oportunidad para practicar nuestro entrenamiento mental. Aquí, en Bodhgaya, nos enfrentamos con cosas que podríamos hallar desagradables, gente extremadamente pobre sin la mínima o básica alimentación o ropa, y algunos, incluso, faltándoles extremidades, así que podríamos intentar evitarlos. Aún más, estamos temporalmente forzados en situaciones de hospedaje inconvenientes, quizás con compañeros de habitación difíciles, quienes son muy charladores y, quizás, lo que dicen, es negativo. Debemos reconocer todas estas dificultades cómo una oportunidad real de practicar.

 

Saltamos al Sexto Verso:

Aun cuando alguien a quien he ayudado,

O en quien he depositado grandes esperanzas

Me maltrata muy injustamente,

Veré a esa persona cómo a un verdadero maestro espiritual.

 

En breve, este verso nos enseña devolver beneficio al daño. El gran Maestro Drukpa Kagyu Padampa Sangye dijo que cuando nuestro Lama está conforme con nosotros, todos sentimos devoción. Pero cuando nuestro Lama nos reta, ahí está claro si tenemos o no verdadera fe. Podemos correr directamente hacia la puerta. Cuando nada hay de malo, cualquiera puede parecer una buena persona. Pero cuando la adversidad golpea, nuestras faltas quedan reveladas. Practicamos el Dharma para que podamos superar grandes adversidades. La prueba de la autenticidad de nuestra práctica es: cuando encaramos la adversidad, tal como la traición, ¿podemos hacerlo de una manera dharmica o no? Si podemos, somos buenos practicantes.

 

Quinto Verso:

Cuando sea que alguien por envidia

Me haga daño atacándome o denigrándome,

Tomaré la derrota en mí,

Y daré la victoria a los demás.

 

Cómo un practicante del entrenamiento mental, aceptamos el abuso o la denigración, o reconocemos cómo un medio para purificar nuestros ofensas previas. Tomamos la derrota, o infligimos la perdida sobre nuestros propios auto conmiseración y apego, y damos la victoria a las necesidades y deseos de los demás, Esto no significa, no obstante, que permanecemos pasivos e indiferentes. Por ejemplo, alguien nos demanda, esto no significa que no debemos defendernos. La pregunta es: ¿cuál es el estado de nuestra mente mientras lo hacemos? Primordialmente aquí está el entrenamiento de nuestra mente. En una situación en la que no tenemos opción más que lidiar con la agresión y oposición es una oportunidad para entrenar nuestra mente bajo circunstancias muy reales. Los soldados, por ejemplo, a veces se enfrentan a ejercicios de entrenamiento con munición real porque esto agudiza sus capacidades en combate.

 

El Séptimo Verso:

En breve, directa o indirectamente,

Ofreceré ayuda y felicidad a todas mis madres,

Y secretamente tomaré para mí

Todo su dolor y sufrimiento.   

 

Cómo la más secreta y profunda instrucción del entrenamiento mental, también tomamos sobre nosotros todas las raíces de las ofensas y el sufrimiento resultante de los seres. Antes de comenzar el intercambio del “uno” por los demás, no obstante, debemos primero practicar en reconocer a nosotros mismos y a los demás cómo iguales. Solo entonces podemos practicar el intercambio nosotros-otros, que ha sido considerado, de hecho, una instrucción secreta en la primigenia tradición Kadampa y no era ampliamente conocida o enseñada.

 

El Octavo Verso:

Aprenderé a mantener todas estas prácticas

Impolutas de pensamientos de las Ocho Preocupaciones Mundanas.

Pueda reconocer todas las cosas cómo ilusiones,

Y, sin apego, obtener libertad de ataduras.     

 

El significado de este verso es que todos los aspectos de la acumulación de mérito deben ser abrazados por la acumulación de sabiduría; de otra forma, no llevan al estado de Buddha. Nos comprometemos con abrazar todas estas prácticas virtuosas con el transformador elixir de la vacuidad.

El punto principal del entrenamiento es que estamos ejercitando nuestra mente. La práctica no son solo palabras: debe ser llevado a cabo diariamente, tal cómo hacemos con el ejercicio físico. También es generar el momento ideal de un plan cuidadoso; planeando una intención clara sobre lo que haremos con nuestra mente a lo largo del día. Por la noche podremos evaluar si es que nos ajustamos o no a nuestro plan. Si no planificamos nuestro día mental, nuestras mentes correrán salvajes.

Al final de su enseñanza, el Karmapa dio las instrucciones para meditar en el intercambio de nosotros con otros, mientras se recita la aspiración para el entrenamiento mental. Toda vez que estas palabras son especialmente poderosas, nos permiten realizar la meditación al mismo tiempo.

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Traducción del tibetano al inglés por Ringu Tulku Rinpoche.-